El Club de Lectura de Astorga  eligió este septiembre como libro de lectura  “Los Santos Inocentes”, una novela de Miguel Delibes publicada en 1981 y cuyo argumento se desarrolla en un lugar situado en la frontera entre España y Portugal.

Nos acompañó Germán Gullón, catedrático emérito de Literatura Española y miembro del Amsterdam School for Cultural Analysis de la Universidad de Ámsterdam. Es autor de dos libros de cuentos: Adiós, Helena de Troya y Azulete, y de tres novelas: Querida hija, La codicia de Guillermo de Orange, y Moncloa. Una mujer hace historia;  es también crítico literario.  Ha recibido numerosos reconocimientos internacionales por la excelencia de su trabajo, como las becas de la Fundación Guggenheim y de la American Philosophical Society, o la elección como presidente de la Asociación Internacional de Galdosistas y como Galdosista de Honor. De sus más de treinta libros publicados, y la edición de más de una docena de novelas de Galdós, los siguientes destacan por su aportación renovadora a temas culturales de los siglos XIX, XX Y XXI: Los mercaderes en el templo de la literatura (2004), La modernidad silenciada: La cultura española en torno a 1900 (2006), Una Venus mutilada: La crítica literaria en la España actual (2008), El sexto sentido: La lectura en la era digital (2010) y La novela de Galdós: El presente como materia literaria (2014).Ha sido miembro del jurado de diversos premios de novela, el Nadal, el Ciudad de Valladolid y el Pérez Galdós. Asimismo, ha colaborado como crítico literario en El Cultural de El Mundo durante muchos años.

En “Los Santos Inocentes” se  narra la vida  de una familia de jornaleros en una zona de Extremadura, en la “Raya” con el vecino país portugués, todos trabajan sirviendo en un cortijo. Paco “el Bajo” el padre se ha roto el peroné, pero el señorito Iván, el hijo de la marquesa,  dueña y señora de esas tierras, le presiona para que le acompañe en la batida. Es época de caza y él no sabe, ni puede, negarse.

La miseria, el dolor, el miedo y la incertidumbre sobre el porvenir de los hijos  de Rémula y Paco, condiciona su comportamiento. Unos hijos que sueñan con otros horizontes donde la pobreza, la desigualdad y el desprecio de una clase social, a la que sirven, no sea tan abrumadora Una clase que se cree poseedora de todos los derechos, una aristocracia que ostenta sus privilegios  con soberbia y  crueldad.

En narrador va contando la historia en tercera persona, explicando  lo que ocurre de forma objetiva y distante, pero en ocasiones realizando juicios de valor, casi siempre negativos. Los personajes hablan coloquialmente, se expresan con claridad utilizando motes y localismos, pero ambas voces convergen y se hacen,  en ocasiones: poesía.

Relatando la cotidianidad de Paco, de su esposa,  la Régula, de su hija discapacitada: “la Niña Chica” y de Azarías hermano de la Régula, el lector se adentra en un mundo de incomprensión y dolor. Azarías se lava las manos con su propia orina ante el horror y el rechazo de todos: señores y criados. La Niña Chica que no se mantiene en pie, emite solo sonidos guturales, y ambos discapacitados pero inocentes, son por los que el narrador y el lector sienten simpatía. Lo que no ocurre con otros, como el señorito Iván, el hijo de la marquesa que desprecia y humilla a todos los criados, especialmente a Paco al que trata como si fuera  un perro. Azarías tiene un amor: su “Milana Bonita”  grajilla  (Coloeus monedula)  a la que cuida y con la que se comunica. Y esta relación, llena de armonía  y amor todas las páginas de la novela. Y   es ella, al final, “la Milana” quien forzará un acto de justicia, así lo considera Azarías y también el lector, hastiado de conocer los detalles de unas vidas que viven inmersas en la miseria. Y con un único futuro: la huida.

Todos estos detalles analizó Germán Gullón; sus múltiples e interesantes anécdotas y comentarios, enriquecieron esta sesión del Club de Lectura. Pues el escritor y crítico literario conoció a Camus y a Delibes, disfrutó de su compañía y de la intrahistoria de la novela y de la película, ya que en 1984 se realizó la adaptación cinematográfica de esta novela, con el mismo título, dirigida por Mario Camus, ambientada en un cortijo de Extremadura en la década de 1960. Alfredo Landa y  Francisco Rabal consiguieron ex aequo el Premio de interpretación masculina en el Festival de Cannes.

Este maravilloso y estremecedor relato de la España rural está incluido, por derecho propio, en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX del periódico español El Mundo.

Victorina Alonso  Fernández, un hermoso día del final del  verano de 2024.