Las niñas, las madres, como mesas sin patas, / como árboles plantados en un túnel / La mesa sin casa, sin patas. / La casa sin paredes, sin mesa / donde colocar un pan. / La calle sin casa, sin mesa, sin pan. /  La calle desierto de escombros, / abrochada de polvo, / sumida en el fango de un leve sueño. /  El sueño no llegó, antes vino el no pan. / No pan, las migas estaban muertas. / No pan, las migas no descansaron / en ninguna mesa, ni en las manos / ya dormidas para siempre. / Se volvió llanto la música / y las risas de los niños aullaron / vagando por el polvo que cubría / sus relatos ya rotos de palabras. / Rotos los juegos, rota la emoción, / rota la respiración que nutre los días. / Los niños, como migas que hacen pan, / y dan calor a las venas, los niños. / Las niñas, las madres, como casas derrumbadas, / como árboles plantados en un túnel / Las niñas, las madres,  / son migas del pan que da la vida, / sin ellas, el polvo de los escombros / que todo lo hiela, no deja amasar el pan. / Sin ellas, sin las madres ni las niñas, / no hay nada que llevarse a la boca. /  Sin ellas, sin las madres ni la niñas, / el pan del consuelo, de las caricias, / de las palabras y de las cosas, / se muere entre las ruinas de la no sangre. / Sin ellas, sin las madres ni las niñas, / que son las migas del pan de la vida, / la noche envolverá el planeta / y el agujero negro, que habrán provocado / las rutas equivocadas de la humanidad, / se comerá el sol de la rutina. / Sin ellas, sin las madres, sin las niñas, / todo será túnel de árboles no sidos.

Este poema me lo ha inspirado un artículo que el pasado martes 15 de octubre, en la página dos del Faro Astorgano, escribía Alberto Delgado con el título “Los nuevo niños mártires”. No puedo estar más de acuerdo con él, y al hilo de ir masticando sus palabras, se fueron volcando éstas que arriba han quedado como polvo de guerra, que todo lo cubre y lo deshace, o como migas esparcidas por todo el territorio donde la dominación puede con la vida y la revuelca por entre charcos de olvido, humillación y despropósito.

Lamiguería: Pero hoy lamiguería es para todas las niñas del mundo, las niñas como tesoros que guardan vida en sus seres. Las niñas como armas de amor y de caricias contra las bombas, los drones cargados de odio, los misiles de largo alcance que cubren de nada territorios donde había escuelas, hospitales, calles llenas de juegos… Las niñas que guardan belleza en sus manos para acolchar penas y abrazar misterios. Las niñas, todas las niñas, hasta las de los ojos que ríen con ese brillo especial que tiene la existencia.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.