Volaré de Domenico Modugno fue la canción número uno en ese año. Y volando llegó un precioso niño a Lillo, era primavera,  Severo Ocho iba a recibir el Nobel por sus descubrimientos acerca de la estructura molecular de los ácidos nucléicos. El niño, de la mano de su madre primero y de la de su maestro Aniano Fernández, después, volaba  de La Campera a La Plaza, de allí a la calle  El Campo o a la del  Castro, para terminar en la Pozaca.

Era Lillo del Bierzo y la felicidad de la infancia. Jugando al escondite, ojo de buey-cuchillo-tijera, la peonza, la tachuela, el balón… después en la escuela recitaba:”es puerta de la luz un libro abierto, entra por ella niño… Y de seguro que para ti serán en el futuro Dios más visible y su poder más cierto”-

Y así de la amistad y los juegos,  al amor por los libros.

Después Fabero y su Instituto, volando alto. Allí descubrió el futbol. Jugó durante algunos años en el “Sociedad Deportiva Fabero”, lo que le dio la oportunidad de hacer grandes amigos. Dicen que era un jugador muy técnico y  entregado al equipo. Fue uno de los futbolistas más destacados y aún hoy, la afición lo recuerda con cariño.

Cansado de volar decide conocer el interior de la tierra y como hizo su padre, comienza a trabajar en la mina “Antracitas de Marrón”. De aquella experiencia nació su primer cuento: «El minero y el ratón».”

Más tarde,  Oviedo y la Universidad. Se licencia en Medicina y Cirugía  y trabaja durante algunos años en el Centro de Salud de Fabero, como Pediatra y Médico de Familia. Atendiendo a los pacientes de forma integral, pues Luis siempre ha creído que la enfermedad no es solo de un órgano del  cuerpo, también el alma sufre y un padecimiento  grande, quebranta el organismo. Y por eso, Luis, siempre trataba de atender el cuerpo y el alma de sus queridos pacientes, que apreciaban en gran medida sus conocimientos y su amabilidad.

Y a eso se ha dedicado en Astorga, como Médico de Familia, desde el 11 de julio de 1997, casi 30 años.

La Medicina fue siempre su pasión…También su familia: Begoña, la esposa siempre a su lado apoyándole en todo, su querido hijo Luis, sacerdote, y su hija Marta, sanitaria. Todos al igual que él, buenos, cariñosos, trabajadores volcados en la ayuda a los demás desde distintos campos.

Pero ahoraestá su nieta Jimena, que le hace reír y llorar, alegrarse y preocuparse, que le hace feliz.

Y a la escritura dedicó todas las horas que la medicina le dejaba.

Son  muchos los libros, relatos y poemas escritos por Luis: Cuentos con poesía,  El resplandor del juramento hipocrático, Un amor maragato, e.t.c. e.t.c. y obras de recopilación como Escritos, “casi” poemas y algunas reflexiones.  

En muchos   resalta el valor de la educación, la grandeza de las pequeñas cosas y lo positivo de la vida.
En otros habla del amor y del camino que es necesario recorrer para alcanzarlo;  en casi todos –libros y poemas- está el Bierzo y está Lillo y está Astorga.

Todos escritos y distribuidos con fines benéficos para las distintas Asociaciones sanitarias y sociales de las Comarcas de Astorga y del Bierzo.

Y ahora, para finalizar y antes de desearle a Luis en nombre de todos nosotros, sus compañeros y amigos, un largo tiempo de escritura y mucha, mucha armonía y felicidad… quiero contaros un secretito que pocos conoceréis: Luis es conocido, cariñosamente, como: «Mosquí».
Cuando tenía siete años, cuenta Luis en una entrevista, era monaguillo en la iglesia parroquial de Santa María de Lillo del Bierzo con un sacerdote llamado don Benjamín
Un día éste me dice: «Parecemos el «moscardón y el moscardín». Yo el moscardón y tu el «moscardín»….»

Y este apelativo cariñoso, cuenta el entrevistador, se va extendiendo hasta que ingresa en el Fabero a jugar al futbol. Como jugaba de extremo y era tan veloz e incordiaba tanto  a la defensa contraria, enseguida se le adaptó el nombre de «Moscardín por Mosquí»; para abreviar… Y asi como Mosqui aparecía en las alineaciones de la Sociedad Deportiva Fabero.

Hoy sigue escuchándose Volare, la canción de Domenico, la Inteligencia Artificial pronto ayudará a curar las enfermedades del cuerpo e incluso las del alma  y Luis vuela a preparar un nuevo libro con amor y solidaridad.

Y como diría él, por si alguien no lo sabe: es de Lillo del Bierzo.

(Digo gentil esperanza porque ella es amable y educada, además sabe esperar paciente a que le pidamos su abrazo ilusionante).

Celebrando la Jubilación de Luis terrón un día de octubre luminoso y cálido de 2024.

 

Victorina Alonso Fernández