Foto: Isaac Llamazares

Sigue y sigue lloviendo, no para de caer agua y aún, y se dice pronto, estamos aquí en el
“por toda nuestra casa”, en esa observación panorámica de la información de lo noticiable u
lo que sea, en la continua y persistente matraca oportunista y repulsiva, e incluso obscena
por su inhumanidad, de la más que efímera coyunturalidad, que intenta tensionarnos y,
¡como sea!, situarnos disyuntivamente, en aquello de: ”si son galgos o podemos”.
Esa verídica y real, a la vez que tangible obviedad, de la persistencia climatológica que está
empapando a las gentes y a las tierras de toda España (por ende, de toda la Nación
Española de la cual debe ser, y como servidor primero, el Estado Español), es la que, y
desde el principio (léase cuando comenzó el inicio de la información meteorológica) debiera
estar el el hacer, desde el ser y estar, de todos y cada uno de los ciudadanos españoles (-.-
de todas y cada una de sus [15] históricas y constitucionales racionalidades españolas – -)
y en todos y cada uno de sus legítimos y democráticos representantes.
Ese llover sobre toda España, esa forma de hacerlo, esa concreción puntualizada, esa
masividad del agua caída, es lo que debiera concitar globalmente, y no otras veleidades,
todas y cada una de nuestras sinergias, en la apoyatura de los mancomunados y
necesarios esfuerzos que se debe poner para sobrellevar y, de todas todas, recuperarnos
en la medida de que nuestros males y aquejamientos propios ( condolencias sentidas a los
que han perdido a sus familiares, seres queridos, amigos y convecinos).
Ahora, y a la vista de todos está, no es solo el hecho de que llueva lo que nos concita, es
que lo hace geoestacionariamente cuasi en forma y manera acotada, sobre el mismo
espacio territorial (de forma reiterativa y en continuas avalanchas) y con espacios
temporales más cortos pero con una densidad del fluido mucho más alra que antes no se
constataba.
Pudiera acontecer que, y como hipotético apunte, por mucho que se hayan revisados los
PGOU’S (de cada municipalidad) y los PHC’S [Estando en vigor los planes hidrológicos del
tercer ciclo de la Directiva Marco del Agua (2022-2027), tras los RD’s del año 2023 ], al alza, y
como buena preventiva y racional actuación para curarse en salud, la nueva
dimensionalidad de las precipitaciones, puede que, a lo más seguro ( y visto lo visto de la
“Dana’ San Narciso”), los haya dejado tocados, incluso muy tocados y, en la acción de la
salvaguardia convivencial, completamente inservibles y, de hecho en la práctica, totalmente
obsoletos.
Lo acontecido el “29’O”, nos ha dejado estupefactos y literalmente anonadados, por la
propia intensidad y dinámica de lo acontecido, en el intervalo temporal con que tuvo
ocasión, desde la espeluznante virulencia desatada , con el ámbito actuante enmarcado en
el dominio espacial de nuestra plena ibericidad compartida.

Ya las prédicas de viene el lobo, deben dejar de sonar a martingalas, para dar el paso a
efectividades actuantes, consecuentes y responsables a todos los niveles ciudadanos. Nos
habíamos acostumbrado, desde nuestro poltronismo televisivo, a ver aquellas imágenes de
los desalojos en USA ante los anuncios de huracanes ( con aquello que nos sonaba a raro y
extraño de clavetear puertas y ventanas) y ha resultado, a la vuelta de la esquina, que lo
tenemos ya aquí [ en toda esta nuestra regionalizada España (la Nación de)] y entre
nosotros.
Es de esperar que, y por toda la ciudadanía española, ahora los avisos, y desde los inicios,
de la ‘AEMET’, estén en los primeros lugares de la audiencia completa y general de todos.
Que de las gotas frías se puede esperar ya, en la experiencia que vamos acumulando,
cualquier cosa y ninguna de ellas buena.
Las imágenes trágicas de la “Dana’San Narciso”, han evidenciado que ‘aquellos obstáculos
que el agua encuentra’, tras la masiva tromba, en su camino, por la propia dinámica de
fluido, aumenta, casi de forma exponencial la agravación y lesividad de su acción para las
personas, pudiendo dar lugar ( de hecho así ha acontecido) a descomunales y
numerosísimas tragedias humanas. Lo anterior lleva, en un llevarnos a todos ( seamos
administración como seamos administrados), a efectuar un general replanteamiento de
cómo están las cosas y en atención a las nuevas y últimas cotas alcanzadas [-.- de casi un
segundo piso de altura(¿?) -.-].
La nueva situación planteada, que nos ha parecido sobrevenir (-.- tras la trágica acción de
la “Dana’San Narciso” -.-) y casi previsiblemente ( a imagen de otras latitudes), ha dado
carta actuante de presencialidad ante toda la ciudadanía española, en opinión particular que
sustentamos, y daría pie a una general puesta a punto en todo, ¡y con todo!, sobre “los ya
nuevos previsibles riesgos” (que habría que sumar a los anteriores) y la forma técnica y
manera social de, en forma/modo/manera mancomunado afrontarlos todos.
El papel, completo papel: principal y colaborativo, de todas las autoridades del Estado
Español (-.- con todas y cada una de las administraciones y sin excepción de ninguna -.-),
en este nuevo proceder, ‘de y ante’ un posicionamiento, con planteamiento nuevo en su
expresión agresiva, que nos era ajeno (por desconocido aquí, aunque existente en otras
partes del mundo), que tendría que asomar, así como el de todos los ciudadanos españoles
de todas sus [15] regionalidades, debiera ser acompasado y, por ello, orlado
propedeuticamente de una abundante acción pedagógica a todas las latitudes y escenarios
ciudadanos.
El derecho, activo y directo , de todos y cada uno de los ciudadanos españoles, y por si
mismos, con la Constitución Española en la mano, a la prevalencia de la vida propia ( y la
de sus respectivas familias), en las mejores y más óptimas condiciones, sean cualitativas y
sean cuantitativas, en sus ancestrales entornos de convivencialidad heredados de sus
sagas familiares, debe universalizarse, como inherente derecho constitucional, en todas y
por todas las [15] regionalidades españolas y hacerlo valer ante cualquier tipo de
contingencia por mor de que la Naturaleza sea agresiva.

Sigue cayendo, la pertinaz lluvia, sobre los campos de España, de todas y cada una de sus
[15] regionalidades convivenciales, las que reconocimos en el referéndum nacional del 6-12-
1978.
Hoy, guardamos un fraternal adiós, para aquellos conciudadanos que fueron
víctimas de los estragos de la naturaleza el “29”0”. «q. e. p. d.»

Francisco Iglesias Carreño
Del Instituto de Estudios Zamoranos
Florián D’Ocampo.