La que fuera primera bailarina de la compañía Danza Contemporánea de Cuba se refugiará durante cinco días en La Fontana, sede del Programa de Protección Internacional (PPI) de San Juan de Dios de León, para desplegar la pieza ‘Anfibia’, creada bajo la dirección escénica de Ana Vallés como “un solo de danza que unifica voz, espacio sonoro y movimiento en un acto militante del ser y el estar, de permanecer en el aquí y el ahora, al encuentro de una naturaleza propia y distintiva, con el cuerpo como testimonio” • “Es una metáfora del cambio, del paso del tiempo y de la capacidad humana de saberse adaptar al territorio, mutando hacia nuevas realidades, ajustándose a un nuevo devenir”, ha precisado una mujer residente desde el año 2001 en La Coruña, donde compagina su faceta artística con la docente.

 

La artista cubana Ana Beatriz Pérez Enríquez (La Habana, 1972) ha sido seleccionada para el primer ‘Programa de refugio creativo. Residencias artísticas Ana Mendieta’, un camino de innovación abierto por el Programa de Protección Internacional (PPI) de San Juan de Dios de León como resultado de la sinergia entre atención social, las artes y sus herramientas artísticas. 

 

En este sentido, la que fuera primera bailarina de la compañía Danza Contemporánea de Cuba se refugiará entre los días 2 y 5 de diciembre en La Fontana, en el barrio de Armunia, para desplegar la pieza ‘Anfibia’, creada bajo la dirección escénica de Ana Vallés como “un solo de danza que unifica voz, espacio sonoro y movimiento en un acto militante del ser y el estar, de permanecer en el aquí y el ahora, al encuentro de una naturaleza propia y distintiva, con el cuerpo como testimonio”.

 

‘Anfibia’ dibuja a aquella mujer en cambio continuo. La artista que muta para reinventarse poniendo en valor la voluntad, la fuerza femenina, la fragilidad y la belleza: “Es una metáfora del cambio, del paso del tiempo y de la capacidad humana de saberse adaptar al territorio, mutando hacia nuevas realidades, ajustándose a un nuevo devenir”.

 

“Para adaptarse hay que tener valor, crear una piel distinta, una piel que respire, que te ayude a fluir, a transitar. Adaptarse no es domesticarse, es la práctica de reencontrarse con tu propio ser y más allá del cambio y de la muda, hallarse identificada consigo misma. Cumplir con el mayor de los propósitos: seguir viviendo”, ha precisado. 

 

Aunque “Cuba fue el origen y el cultivo” de la persona que es, Ana Beatriz Pérez Enríquez reside desde el año 2001 en La Coruña, donde compagina su faceta artística con la docente. Actualmente, desarrolla el proyecto artístico La Guajira, una compañía de danza de pequeño formato junto a Armando Martén, su compañero de vida, y el músico y compositor Ismael Berdei.

 

“‘Anfibia’ quiere encontrarse con la mujer que soy hoy, nacida en La Habana, ciudad que tiene una pulsión reverberante, y residente en La Coruña, una ciudad más apacible y temperada, aunque con gran poderío histórico y social.  Dos comunidades vinculadas por la emigración”, ha avanzado sobre una pieza que “atraviesa el umbral entre lo que está dentro y está fuera”.

 

Un ensayo abierto a la comunidad

 

En este sentido, aspectos como la relación con el entorno, las formas de habitar un espacio de manera diferente y la aproximación a otros cuerpos se darán cita en una residencia artística que, a modo de ensayo abierto a la comunidad, “pretende abrir la mirada sobre los procesos migratorios transformando situaciones críticas en oportunidades de crecimiento conjunto: de la comunidad, la institución y el territorio de acogida, de la persona o familia en tránsito”. “Y del artista”, según ha reflexionado Ánxela Blanco, dinamizadora sociocomunitaria de un PPI que solo en el año el PPI acompañó a 279 personas en fase de acogida y a otras 87 en fase de autonomía, personas solicitantes y beneficiarias de protección internacional de una veintena de nacionalidades distintas. 

 

Personas refugiadas por conflictos armados, políticos y económicos o por cuestiones de orientación sexual. En la antigua residencia universitaria de La Fontana viven 76 de ellas, de todas las edades, colores de piel, idiomas, niveles educativos y confesiones religiosas. Principalmente, familias y adultos jóvenes que esperan el permiso de trabajo para poder tener su primer contrato laboral y una casa propia.

 

La Fontana, con su maravilloso teatro de 146 butacas, ha levantado el telón a la creación con un ‘Programa de Refugio Creativo’ que el pasado 7 de noviembre se presentó en las 16 Jornadas de Inclusión en las Artes Escénicas del INAEM, que este año se celebrarán en Tarragona. Bajo el lema ‘Del ensayo al acto’, esta edición asumió el reto de reforzar la idea de que la participación ciudadana en las artes es un derecho más –también para las personas y colectivos en riesgo de exclusión social-, que debe ser fomentado por quienes tienen la responsabilidad de hacerlo. 

 

‘En búsqueda del origen’ como fuente de inspiración

 

Según ha explicado Ánxela Blanco, el pasado mes de mayo un grupo de mujeres del PPI y del barrio de Armunia (“muchas de ellas nunca habían pisado un museo”) disfrutaron, en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC), de una visita guiada a la exposición ‘En búsqueda del origen’, dedicada a Ana Mendieta (1948-1985), una artista multidisciplinar estadounidense de origen cubano que hizo de su cuerpo un campo de batalla. 

“Ella, que también fue refugiada, consiguió en el contacto con la tierra, con la naturaleza, curar el duelo migratorio y hacerse parte del nuevo territorio”, ha precisado la dinamizadora sociocomunitaria del PPI en relación a la inspiración de un programa de residencias artísticas que ya tuvo una experiencia piloto en el verano de 2023 de la mano de la compañía de danza gallega Disiden.cía.