LA MUERTE PRONTO ES, SIEMPRE / Ayer te vi respirando musgo y líquenes, / no sé si en Paz o con Paz, / y en el estallido, / tan minúsculo, de tu voz, / la escuché, / volví a escucharla cerca. / Es posible que la muerte, /te estuviera abanicando / el frío de las dudas, /el miedo de la otra orilla. / El acantilado de los días vivos, / te empujaba a la leer por un amigo tuyo, / ya tenías las alas en descanso, / se te desdibujaba el trazo de la vida, / ya desandabas las horas, / ya descansabas de lo roto. / Era como si Eloy / te entregara la flor del tilo. / Era como si Eloy / (celebrábamos su homenaje-obituario), / hubiese tirado su ramo de días secos / y tú, hubieras recogido aquel testigo / para iniciar el vuelo sin pétalos. / Te vi ya sin la balanza / que sopesa las ganas, / tú luchadora siempre en llamas, / habías escondido a Paz, / en el seno del regreso, / comenzabas el retorno de las hadas. / Tu rosa ya en Paz, deshojándose /de la enfermedad / que no te dio tregua. / Te vi ayer respirando / en el olimpo de los poetas, /en el refugio de la muerte. / Y…, ¿qué es la muerte, / sino el recuerdo de los que estuvieron? / Todos la traemos al nacer. / Todos la tenemos al vivir. / Todos somos parte de ella siempre, / y ella, la muerte, siempre es pronto.
Los versos anteriores están dedicados a Paz Martínez, una incansable sembradora de palabras, que nos mostró su amor por la cultura, por la poesía, por el don de la palabra. A Paz se le amontonaban las ganas de seguir, de luchar, de ser, y lo consiguió, seguirá siendo un referente para los que la conocimos, y para los que no, también, ya que nos dejó su legado en poemarios llenos de su energía y de su fe en la vida, así como de su largo trato con el irse.
La recuerdo dando lo mejor de sí en lo que hacía. Siempre arrimando el hombro en su día a día para que la cultura y la palabra llegaran al último rincón de la tierra que le dio la vida.
Sembraba palabras por donde quiera que estuviese. Quiero recordarla en aquella preciosa iniciativa del concurso “Sembrando palabras”, que desde el 2015, nos llevaba a crear un relato corto, que luego colgaba, respaldado por un cartón, en las ventanas de Santa Colomba de Somoza. Varias fotografías conservo con el relato detrás de mí, situado en alguna de las ventanas de sus hermosas casas. Ella dando visibilidad a su comarca. También recuerdo un hermoso día de 23 de junio de 2018 en Turienzo de los Caballeros, donde Paz nos convocó a unos cuantos amigos y gozamos de un hermoso día para leer poesía, comentar, conocernos, sentir las palabras hasta la noche, cuando la hoguera de San Juan iluminaba las sombras y las luces de la vida. La recuerdo leyendo en Veguellina de Órbigo tantas veces, con una fuerza y una energía que solapaban totalmente el ruido amargo de su lucha contra el hervidero que tiraba de ella, hasta ese lugar donde, ya descansará en paz.
Lamiguería: La última vez que la vi, fue cuando escribí el poema que inicia el escrito. En el homenaje a Eloy Rubio Carro, llena de dignidad, le dedicó a su amigo una sentida cosecha de sus hermosas palabras.
La muerte siempre es pronto, pero tú querida Paz, te has ido demasiado temprano. A los que te conocimos nos consuela pensar que siempre podemos abrir uno de tus poemarios y tenerte muy cerca. He aquí una muestra de tu cosecha. Van ocho versos de tu poema “Valle del silencio”:
Siento penetrar el aire en mil pulmones / y nutrirme de tu esencia y tu paisaje, / del sol que desciende por tus laderas / y del arroyo cristalino y susurrante. / Y anhelo poder volar y alcanzar el cielo / que rebosa de su eterna y natural armonía, / mezclar ese instante con la vida / que emana de las risas de la gente amiga.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.