
El pasado fin de semana tuvo lugar en Veguellina y Villoria de Órbigo, la X edición de la Feria de la tapa. Resultaba mágico ver las calles bulliciosas, con alegría en su constante ir y venir de las personas a visitar y probar las tapas de cada local de restauración que participaba en dicha feria.
Los once establecimientos, que crearon un eco mágico en las calles de los dos pueblos del ayuntamiento que participaban, se afanaron en crear y ofrecer viandas elaboradas y ricas para el deleite del personal. Los onces establecimientos, copiados tal y como aparecían en el cartel anunciador de la X Feria de la Tapa son:
Nostro, Chiringuito de Villoria, Las Camilas, Bar la Piscina, Savoy, Bahía, Ángelo Jim, Bar Montaña, Distrito 3, La Barca By Juanma, Casino.
Once migas muy bien condimentadas presentaron sus delicias para cautivar las andorgas de la multitud de personas que acudieron a la cata de las tapas, colmandolos dos pueblos participantes, de buen ambiente y distensión. Los once establecimientos participantes han demostrado que la magia en los pucheros existe si se tienen ganas de participar, de compartir, de ofrecer lo mejor que uno puede dar. Ha sido una feria de la tapa con mucho nivel que nos ha deleitado con sabores, olores y panorámicas muy diferentes. Este año, en la Feria de la Tapa, se ha jugado muy bien con creatividad, elaboración, gusto y presentación de las mismas.
Los establecimientos pueden estar contentos, ya que la colaboración ciudadana fue extraordinaria. La gente se volcó en hacer el recorrido completo por los bares, para solazarse con el ingenio de las once migas participantes. Ahora a pensar en la próxima edición.
Lamiguería: Para los que estamos en paz, disfrutar de lo bueno que nos ofrece la vida es obligado. Mejor disfrutar que quejarnos tanto de todo. Para quejarse, y no les podemos oír ni un ¡ay!, están: Gaza, Ucrania, República democrática del Congo, Mianmar, Sudán, Siria…
Mientras me zampaba las tapas, me acordé de que a los gazatíes, les está matando la hambruna que Israel ha impuesto. Pensé, balas de comida, de respeto, de resiliencia, de humanidad, eso sería el armamento que se debería usar en las guerras. Pero, como dice Marta del Riego Anta en su preciosa novela “Cordillera”, en la página 91: “La Tierra huele a hombre vayas donde vayas”.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.