“Era como el susurro del viento entre las flores/ Era una mujer exquisita. /Se fue con las primeras violetas”. Poema de una interna- Margarita–en la muerte de Aurora Rodríguez.
En estos días de confinamiento y preocupación por la pandemia del coronavirus, que ha trastocado nuestras vidas, he podido finalizar el libro de Almudena Grandes: “La Madre de Franquestein”.
Una novela que habla de la terrible postguerra española, y que narra la historia de una mujer, Aurora Rodríguez Carballeira, internada en el Hospital Psiquiátrico de Ciempozuelos.
Aurora Rodríguez, asesinó a su hija Hildegart Rodríguez mientras dormía. Los cuatro tiros que segaron la vida de esta joven superdotada, conmocionaron a la sociedad española de aquel tiempo. Y aún nos conmocionan ahora. La madre lo explicó, diciendo que esa hija que ella concibió y trajo al mundo con la esperanza de que redimiera la humanidad, le había fallado. No era lo que ella esperaba y por lo tanto no tuvo más remedio que matarla.
Así lo justificó y con el diagnostico de una grave enfermedad mental, fue internada en el Psiquiátrico de Ciempozuelos, donde pasó toda su vida, hasta fallecer a causa otra dolencia.
Almudena Grandes nos lo va relatando de la mano del protagonista, Germán Velázquez, un psiquiatra exilado en Suiza al comenzar la guerra, y que regresó a España con la esperanza y la ilusión de aplicar los nuevos tratamientos. La resistencia a medicamentos como la clorpromacina, y a otra forma de atender a los enfermos mentales, le ocasionaron muchos y graves problemas en el Psiquiátrico de Ciempozuelos.
Un lugar que yo conocí en aquellos años en que empezaba Medicina, y quería ser psiquiatra. No me gustó lo que allí vi, y decidí que no era esa la especialidad que quería hacer.
Un libro extraordinario, que profundiza en el horror de aquellos años. La hipocresía y la venganza de los vencedores, la extrema pobreza y la desesperación de los vencidos, ganadores y derrotados, de una guerra cuyas secuelas han tardado demasiado tiempo en desaparecer.
En una entrevista que le hacían ayer a una nonagenaria preguntándole si la pandemia del coronavirus que ahora sufrimos, era igual que la guerra civil- ella contestó que no, que aquello fue mucho peor para todos. Pero especialmente para los que morían en las cárceles, o en su casa de enfermedades y de hambre.
No es un libro alegre, ni divertido, pero su lectura se vuelve apasionante y una está deseando que los personaje: María, Germán, Eduardo, Goldstein, tengan un poco de suerte. Y su lectura nos acerca a lo que ocurrió en aquellos años de horror y muerte, y nos habla una vez más de la enfermedad psiquiátrica y las dificultades que conlleva entender y tratar a estos pacientes.
Un libro que merece la pena leer.
Victorina Alonso Fernández