Paremos la Pandemia de la desinformación
A este virus tan contagioso, que desde hace meses ha trastocado nuestra vida, hay que pararlo. Entre todos. Y con todas las medidas a nuestro alcance.
Sabemos que pertenece a una familia de rancio abolengo en cuanto a inefectividad, que proviene de los animales y que ha saltado a los humanos; estamos al corriente de que esa corona que tiene son glicoproteínas que le sirve para unirse a las células, invadirlas y hacerse con ellas.
Conocemos también que se trasmite por gotas y secreciones respiratorias de forma directa, o bien a través de las manos que han tocado superficies donde el coronavirus, permanece al acecho horas e incluso días.
Estamos al tanto de los síntomas: fiebre, tos seca, dolores generalizados, malestar general, falta de gusto y olfato.
Sabemos de buena tinta lo que hay que hacer para no contagiarnos: lavar, desinfectar y ventilar. Comer frutas y vegetales, dormir y descansar.
Pero otra pandemia nos alcanza a la par que esta: la de la desinformación y la de buscar culpables.
A este respecto, he leído un artículo en un periódico nacional que me ha parecido muy interesante: ”La propagación del coronavirus por Europa contra la narrativa centroeuropea derechista” de Daniel Bernabé .
Explica D. Bernabé que existe un proyecto internacional de código abierto llamado Nextstrain, cuya misión es investigar el árbol filogenético de las enfermedades, es decir conocer de donde vienen los virus, cómo y dónde han mutado, y también hacia dónde se dirigen.
Sabemos que el coronavirus tiene especial predilección por las células del pulmón a las que invade y destruye. A veces, en este proceso sufre pequeñas mutaciones que permiten a los científicos seguir su evolución y ven qué casos tienen una relación más estrecha, es decir saber por dónde ha entrado y hacia dónde se ha dirigido la infección.
“Los datos en relación a Europa muestran que el virus entró a en el continente varias veces y sugieren que un brote que apareció en Múnich (Alemania) en enero de 2020, quizá no se contuvo con éxito. Este primer paciente es un hombre de negocios alemán de 33 años de edad. Desde el 1 de febrero, cerca de una cuarta parte de las nuevas infecciones parecían genéticamente similares a las del grupo de Múnich.
En España, el primer caso confirmado fue identificado en La Gomera el 31 de enero de 2020 Se trataba de un turista alemán que había tenido contacto con un paciente enfermo en su país. Sin embargo, se desconoce el origen del brote que surgió a principios de marzo.
El informe de Nextstrain muestra que en Europa el virus ha seguido atravesando las fronteras a lo largo de las últimas tres a cinco semanas. Cuando las medidas de confinamiento se hagan sentir, es posible que se constate un mayor número de casos agrupados por país, advierten los científicos. ”Datos extraídos del “INNOVASPAIN el periódico líder de la innovación en español y publicados el 30 de marzo pasado por Gabriela Martínez.
Y siguiendo con el artículo D. Bernabé el virus se extendió por el viejo continente desde Alemania con sus hombres de negocio, desde Inglaterra con sus turistas y desde Suiza con sus banqueros.
¿Cuántos directivos viajaron entre Wuhan y Londres, Berlín o Paris durante los meses de enero y febrero de 2020? Se pregunta el periodista.
Una vez más hay que buscar el rastro del dinero para encontrar el origen del problema. La globalización de las redes del dinero.
¿El por qué en España e Italia hay una mayor mortalidad? Eso se explica probablemente por una longevidad mayor, un mayor contacto social y un Sistema de Salud Pública que fue uno de los mejores del mundo y que en los últimos años algunas Comunidades Autónomas se han encargado de desmantelar. O quizá otras causas que se desvelaran tras las investigaciones.
Así pues no se sustenta en ninguna base científica el argumento de que el virus se ha extendido debido a la imprevisión italiana y española.
Ahora ya podemos caminar con la cabeza alta como país sin dejar de agradecer a nuestros hermanos portugueses su cerrada defensa
Así que paremos, entre todos, la pandemia del coronavirus y también la de la desinformación, que además de intoxicar, nos hace perder energía e infravalorarnos como españoles.
Y lo pararemos con el escudo de higienes, de buena alimentación de la información contrastada y también con el escudo del afecto que todo lo contagia de alegría y de buen humor. Un escudo que protege todas nuestras células y les infunde vigor al recubrirlas de un halo donde las glicoproteínas del coronavirus resbalan.
Victorina Alonso Fernández. Médico de Atención Primaria.
(Un día lluvioso de abril de 2020, con la preocupación a flor de piel)