-Otra vez sin visitas. Desde luego hasta que no tengamos la vacuna, el Covid-19, no nos va a dar respiro. Así hablaba Romualdo en la mesa en donde hacen la tertulia cada día los cuatro amigos: Rosa, Remigio, Romualdo y Rosalina.
-Y nos creemos algo. El hombre creyéndose el dueño del mundo, y ahora un mini-organismo, nos tiene cogidos por los… Y seguimos pensando que somos los amos, estuvimos en cuarentena hace nada, y parece que ya se nos ha olvidado. Remató Remigio con su pesimismo habitual.
-Menos mal que tenemos a la nieta de Romualdo que nos llama y nos cuida como si fuéramos sus abuelos y abuelas. Sentenció Rosa.
-Tengo muchas ganas de conocerla en persona, pero claro ahora que estamos otra vez abocados a no tener visitas, pues nada, nos aguantaremos. Remató Rosalina.
-Pues ahora, los jóvenes tendrán que andarse con cuidado, ya que son ellos los que están enfermando, y no me extraña, algunos no acaban de ser responsables y no entienden que su negligencia, nos afecta a todos. Remigio volvió a la carga.
– Llevas razón, contestó Romualdo, pero no seas tan negativo hombre, habrá que pensar que pronto tendremos una solución y que algo aprenderemos de esta pandemia que ahora manda en la tierra. Vivamos el hoy con la mayor calma posible, nosotros ya tenemos todo hecho, así que procuremos seguir con dignidad mientras la salud nos acompañe.
Después de su charla habitual, cogieron cada no su cuaderno de dibujo y se pusieron a la tarea. Que Rosalina se hubiera venido a vivir a su residencia, les había dado la vida. Ahora pasaban un buen rato de cada tarde dibujando y pintando. También leían un rato y luego comentaban lo que habían leído. La nieta de Romualdo por su parte, les enviaba al móvil, juegos que les hacían darle al coco y así pasar el día ocupados.
Mordida existencial: ¿Hay que ser pesimista? ¿No hay que serlo? Lo cierto es que lo mejor es ser realista. Pero la realidad está famélica, la pobre, como no seamos capaces de meternos en la mollera, que somos mucho más vulnerables de lo que pensamos, mal nos va a ir y volveremos a estar, una y otra vez en el kilómetro cero de nuestra propia salud.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.