Hasta 2019, España ha sido uno de los países de la eurozona con más sucursales bancarias. A partir de la crisis de 2008, y con la actual crisis pandémica, la banca española comienza un proceso de profundo cambio, forzado por el quiebre de su modelo de negocio actual.
La rentabilidad bancaria en la cuerda floja
La crisis actual para la banca llega con la situación de incertidumbre que difícilmente permite a los usuarios la financiación o domiciliación de muchos productos bancarios, a lo que además se suma el actual tipo de interés: el BCE lo sitúa a un -0,5%
El Banco Central Europeo (BCE) es el organismo que establece estos tipos de interés en función del valor del dinero. Esta cifra tiene fluctuaciones constantes y periódicas, y cada entidad desarrolla su propio catálogo de productos con el fin de adaptarse a su valor y obtener rentabilidad.
Es así como funciona el negocio bancario, totalmente dependiente de los tipos de interés: la rentabilidad que obtienen los bancos por nuestro dinero depende directamente de nuestra vinculación a uno u otro producto: ya sea una cuenta de ahorro, un depósito o una hipoteca.
Entre la sobreexposición de oficinas y los tipos de intereses actuales, este modelo bancario ve como su estructura clásica empieza a quebrar, y entidades tradicionales compiten directamente con fintechs y neobancos, que se sitúan como la opción predilecta de la mayoría de usuarios. |
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