Desde la formación explican que “Desde IU local venimos denunciando desde hace tiempo que hay un enorme patrimonio que corre un riesgo de desaparecer transformando el paisaje típico de un barrio como el de Santa Marina que sorprende a todo paseante.”
Carmen Franganillo, coordinadora local declara que “Son muchas las intervenciones necesarias, pero exigimos que se intervenga en los elementos que corren más peligro. Proteger el arco gótico en ruinas de la calle San Pelayo que da paso a un solar con restos romanos, así como consolidar y evitar el derrumbe de las fachadas de varias casas de la calle Serranos, Dámaso Merino, Convento o Santa Marina.
Lo mismo ocurre con algunos edificios que preservan la estética del barrio con los listones de madera bajo la fachada revocada que servían para aligerar el peso de la casa. “
En Izquierda Unida tienen la sospecha de que algunos de los derrumbes de viviendas que se han ido produciendo en el casco antiguo en los últimos años tienen cierta intencionalidad y se producen tras el abandono de los inmuebles para evitar tener que conservar elementos protegidos de las fachadas.
Frente a esta amenaza, Izquierda Unida apuesta por la rehabilitación de viviendas del casco histórico conservando el patrimonio que está actualmente en peligro de derrumbe para evitar la transformación de un paisaje urbano que a la larga perderá todo su encanto, ya no solo para vivir en él, sino para visitarlo. Esta conservación debe ser compatible con la vida en el barrio por lo que se deben articular políticas encaminadas a hacer atractiva la vida de las ciudadanas y ciudadanos en el casco histórico, sin que ello signifique destinar todos los edificios al negocio turístico. “Es importante fomentar el comercio típico de barrio, al modo tradicional de la zona, y la dotación de servicios, zonas verdes, aprovechando pequeños solares, instalación de papeleras, etc. Así como mejorar la limpieza de las calles y actuar sobre las zonas de más ruido.”
“La mejora estética no debe llevar tampoco a una expulsión de los actuales vecinos por un incremento de los precios de la vivienda, lo que se conoce como gentrificación, obligando a la administración local a exigir a cambio de ayudas para la restauración y conservación unos precios bajos de los alquileres o la transformación de algunas viviendas en vivienda de carácter social fuera de los precios de mercado. Lo mismo tiene que ocurrir con los pequeños comerciantes que quieran instalar un negocio en esta zona que dé algo de vida al barrio en el que están prácticamente todos los locales abandonados.”