“El verano es el momento de amar, a la chica que quieras tu conquistar” decía una canción de mi época adolescente. Era una canción del grupo Mango Jerry y el título original era “The sumertime”. El verano también es el momento de estar en convivencia con Naturaleza. Es una tristeza que en cualquier paseo que disfrutes en los alrededores de tu pueblo o de tantos caminos que llevan al solaz hermanamiento con la madre Tierra, los desechos de plástico, restos de comida, y un interminable reguero de papeles, colillas y demás porquerías producidas por el ser más inteligente del mundo, es una tristeza digo, te cambien la contemplación de los colores y formas.
El verano también debería ser el momento de compartir, convivir, hacerse amiga de Naturaleza. Salir a dar las gracias a todo lo que Tierra nos ofrece. Disfrutar de las aguas de nuestros ríos, lagos y mares. Disfrutar de las aguas, digo, donde aún no estén infectadas o invadidas por el plástico. El verano es un momento ideal para replantearnos, qué es lo que estamos haciendo con la madre de todas las madres, con nuestra madre Tierra. Si pudiésemos o nos preocupásemos por acercarnos a su corazón, notaríamos la tristeza de sus latidos cada vez más angustiosos. No es de extrañar que el cambio climático, se esté produciendo por un enorme enfado de Naturaleza con la humanidad, en cuyo caso poco o nada estamos poniendo de nuestra parte. Parece, o eso demostramos que solo nos interesa el ahora, el ya, el yo. El ya, ye, yi, yo, yu, sin ti, sin querer pertenecer a la otredad, sin darnos cuenta que la otredad surgió en el primer minuto. Sin el otro: ¿quién soy yo?
Neuronada: ¡Bueno! Anda que no me he puesto… Aunque con lo dicho anteriormente, venga a concluir que el verano es un excelente momento para filosofar, para hacernos las preguntas que quizás no tienen respuesta, para conformarnos con ser el ente al que hemos dotado de personalidad como buenamente hemos podido o hemos sabido, a pesar de tener descosidos enormes por los que se nos escapan preciosos tesoros que no logramos alcanzar. El verano puede ser un lugar de reflexión para acariciarnos, gustarnos y sernos más serenos. Imaginémonos descansando y disfrutando de una tarde en cualquier sitio que nos guste, sin la soga de la inmediatez perlándonos la frente de ansiedad, sin la necesidad de estar en primera línea y ser el maniquí que se expone para alcanzar no sé que gloria durante un segundo.
Me perdonareis, pero solo pretendía desearos un feliz verano.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.