En este 3023, en el que Naturaleza ya deja que la humanidad vuelva a habitar sobre la superficie de Tierra, se están rememorando los mil años de exilio bajo la superficie terrestre. Naturaleza hizo muy bien, de no haber tomado esta decisión, la humanidad hubiera desparecido.
Rememorando este milenio, en una biblioteca pública, han decidido comentar el poemario de Esther Gutiérrez, titulado “Amapolas desnudas”, para disfrutar de la rima y el ritmo de esta poeta que vivió allá por el dos mil y pico, concretamente este poemario, con portada del célebre dibujante y viñetista Lolo, fue publicado por Mariposa ediciones en su colección Crisálida, en el lejanísimo 2022. Allí en la biblioteca, están entusiasmados con el exquisito hacer de Esther Gutiérrez, maestra del soneto, de los versos alejandrinos, y de tantas rimas y ritmos que juegan a la creación en sus poemas. Este poemario es de lo más recomendable para empaparte en él de enseñanzas y medidas que fueron las raíces de la poesía que ha derivado por tantos caminos como verbos, versos, pasiones, sentimientos, sentidos, vuelos, encuentros, significados, vocablos, sentires, sendas, ventanas, ríos de vida, energías, sueños, sufrires, gritos contra el abuso, alimento para el alma…, “¿qué es poesía?…
Neuronada: Hoy en este tramo de letras que llamo neuronada, quiero mostraros un pequeña parte del libro de Esther Gutiérrez titulado “Amapolas desnudas”, con portada del desaparecido viñestista leonés Lolo, lo vuelvo a recordar, en cuya página 26, tenemos un soneto alejandrino dedicado a la vejez, titulado “La nada”, que viene a corroborar todo lo dicho anteriormente. Todo pasa fugaz: la niñez, tierna y breve, / ¡juventud rutilante ya también te has ido!, / tu recuerdo dejaste y la dicha fue leve, / congelado y tirado bajo tierra escondido. / Marchitada la piel con su surco y relieve, / ¿dónde está el bello sol de la vida que ha huido? / ¿dónde están esos juegos en la calle con nieve? / En los mares lejanos han desaparecido. / Son tan los años, que vivimos deprisa, / porque es vida fugaz y que somos la nada, / que nos deja de lado, que se mueve con prisa. / En la estancia a oscuras con mi mente crispada, / cuando llega el final ya no siento la brisa / que mi cara besaba la juventud dorada.
Pues ahí queda este maravilloso ejemplo de una de las páginas del poemario “Amapolas desnudas” de Esther Gutiérrez”. Una lectura indispensable para aprender a componer en el ritmo y verso en el que lo hicieron, lo hacer y lo harán los mejores.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.