En la piedra creció la amapola / que ya no está en el campo sola, / La piedra y la amapola se unieron / en alegre compañía. / Aquella armonía, atrajo a la mirla, / que también quería ser / una más de la familia. / Pasó por allí la loba, / se enamoró de aquel hogar de intenciones. / Pero una mala tarde, / se acercó un caminante, / y arrancó la amapola. / La piedra lloró tanto, / que a su alrededor crecieron / lamentos, espinas, dolor, malos vientos. / Solo la mirla y la loba, / apaciguaban su llanto. / No castigues a tu corazón, / vuelve a los días colorados / por los pétalos de tu flor, / vuelve a la alegría de su risa campera. / La mirla cantaba. ¡Qué bonito cantaba! / La loba bailaba. ¡Qué bonito bailaba! / La piedra se iba dejando arrullar / por el amor de sus amigas, / poco a poco volvió a mirar al sol, / a su alma endurecida por el dolor, / llegó el alivio, / hasta que…, hasta que / una bala perdida, / de una guerra perdida, / (Las guerras siempre pierden. / Las pérdidas de una guerra son inmedibles) / guardó para siempre / en un hoyo profundo: / el revivir de la piedra, / el canto de la mirla, / el baile de la loba, / que se reencarnarán en fósiles, / hasta que el eje de la madre Tierra, / cansado de aguantar tanto peso / y tanto paso en falso, / resuelva no ser más el bastón / de la locura que guía a una humanidad / llena de ego y de oscura fantasía. / La amapola me guiña desde su corola. / La piedra rueda para hilar emociones. / La mirla sueña que lleva a sus amigas a la luna. / La loba muestra el camino a sus amadas / hacia una galaxia donde no habite el colmo, / ni el rastro que rompe la fibra del amor. / Una galaxia donde todos quepan, / coman, cuenten, canten, quepan, / sin quitarle el sitio al otro. / Quepan, / coman, cuenten, canten, / quepan, / sin quitarle el sitio al otro. / Igualito, igualito, / que en el bello poemario / “Hay árboles en mí”, / de “Colectividad Poética”, / donde las que están y son: / caben, cuentan, caben.
Este poema fue escrito en noviembre del año 2023. Estamos en noviembre del año 3023. La humanidad se ha salvado de su exterminio de milagro, todo gracias a Naturaleza, que exilió a los humanos a vivir bajo la superficie de la malograda Tierra durante un milenio, para reparar los estragos que su huella había dejado en los bosques, en las aguas, en los aires, en sus propios cuerpos que enfermaban por los efectos de sus “creativas” formas de esquilmar los recursos. Ahora Naturaleza ya está dejando que la humanidad vuelva a respirar el aire límpido que después de mil años sin la huella del hombre, es reparador y sanador.
Neuronada: El pasado viernes en la biblioteca “Río Órbigo” de Veguellina de Órbigo, dos poetas muy jóvenes, presentaron una joya de libro en el que se guardan tesoros que han sido escritos al son de una colectividad poética. Parece una utopía, pero no lo es. Tanto Sara Vega como Evelyn Calderón Vives, nos mostraron esa parte extraordinaria de la juventud que vive con el pulso de buscar alternativas, de hacer cosas para mejorar nuestra andadura por la Tierra, de trabajar para intentar conseguir un mundo mejor. Es una alegría encontrarse con personas tan jóvenes unidas para elaborar un proyecto común. El proyecto es el poemario titulado “Hay árboles en mí”. Con proyectos así, cabe la esperanza de que tanto Tierra como los que la habitamos, podemos seguir respirando al unísono. ¡Gracias por vuestro trabajo y vuestro talento!
P.D. Están en las redes como “Colectividad poética”. Su descubrimiento, será una sorpresa preciosa.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.