El arqueólogo vasco Gorka Martín presentará en León su ensayo histórico Bilbao 1874, un libro que reconstruye el asedio carlista a la «Invicta Villa», del que precisamente se cumplen 150 años, hoy lunes, 14 de octubre, a las 19.00 horas, en la Fundación Sierra-Pambley (Dámaso Merino, 2), junto a Javier Revilla Casado, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de León.
El autor describe con una abrumadora documentación cada detalle de uno de los episodios centrales no solo de la historia local de la ciudad, sino de la historia de España. «Aunque los hechos queden muy lejos, aunque la memoria de los mismos se haya borrado, espero que el lector sea consciente con este libro del drama, destrucción y sinsentido que provoca una guerra. Sobre todo, cuando se trata de una guerra civil, y más aún cuando se pone a los civiles en el punto de mira. Por ello debemos recordar, no por nosotros, ni siquiera por quienes lo sufrieron, sino por quienes lo sufren ahora y lo sufrirán después», explica Gorka Martín.
Los asedios, de Numancia a Stalingrado, dejan siempre una cicatriz imborrable en la memoria de los pueblos. El que sufrió Bilbao durante la Segunda Guerra Carlista, el cuarto en lo que iba de siglo, no solo modificó su piel, sino que confirmó su título de «Invicta Villa». En febrero de 1874, las tropas carlistas pusieron bajo sitio la ciudad vasca en lo que terminó por ser una pesadilla de dos meses interminables para los defensores. Envalentonados por varias victorias en este frente, los seguidores Carlos de Borbón y Austria-Este vieron en la plaza vizcaína, clave por su pujanza económica, la vía rápida para ganar crédito internacional e impulsar su causa. Para ello no escatimaron en crueldad, bombardeando con saña iglesias y hospitales. El sufrimiento y el heroísmo de sus habitantes se tradujeron en una victoria clave para una Primera República moribunda que resistía a duras penas a sus muchos enemigos.
El historiador bilbaíno Gorka Martín, especializado en Arqueología del Conflicto, recrea unos días crueles y de un ambiente político irrespirable en toda Europa. 150 años después, Bilbao perdona pero no olvida el dolor de uno de los asedios más cruciales ocurridos en España. «El asedio de Bilbao de 1874 fue una de las principales operaciones de la segunda guerra carlista, se trató del cuarto sitio en la historia de la ciudad y también del más prolongado. La concatenación de operaciones, los fracasos liberales y el alargamiento de la campaña terminaron por involucrar a la mayor parte de las fuerzas contendientes de ambos bandos. Con la posesión de la Invicta Villa, los carlistas hubieran logrado hacerse con una importante ciudad mercantil e industrial, lo que les hubiera reportado un mayor crédito internacional. Además, de darles la oportunidad de resarcirse de derrotas pasadas. Por parte liberal, el Gobierno republicano no podía permitirse perder una plaza de la relevancia de Bilbao, cuyos ciudadanos, además, siempre habían demostrado un fuerte vínculo con los ideales políticos liberales», explica.
El autor de Bilbao 1874 hace referencia a la memoria y narrativas históricas de la guerra. «El alargamiento del sitio y la resistencia opuesta por la población civil y militar dotaron a la ciudad de Bilbao de un aura de invencibilidad y reforzaron su compromiso con el liberalismo de la época. Este nuevo asedio, sumado a los precedentes, convirtió a la capital vizcaína en símbolo de resistencia de las ideas liberales frente a las de los reaccionarios. En este sentido, se produjo un gran despliegue material y ritual que año tras año buscaba perpetuar este mito. Esta dinámica tuvo un dramático final en la Guerra Civil: la caída de la ciudad en manos rebeldes conllevó la destrucción por parte de los requetés carlistas de todos los elementos que recordaban las victorias de 1835, 1836 y 1874, que siempre vieron Bilbao como el sueño frustrado de sus padres y abuelos».