El catedrático de la Universidad de León afirmó que el caballo es resultado de un proceso evolutivo de 55 millones de años, que implicó un elevado número de géneros, del que solo se conserva uno, el Equus.

El Paraninfo Gordón Ordás de la Universidad de León (ULE) acogió en la tarde de ayer la ceremonia de recepción pública del catedrático de Producción Animal Carlos Gonzalo Abascal como Académico de Número de la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León (AVETCYL), ocupando la vacante generada por el fallecimiento de Paulino Díez Gómez, en un acto que contó con numeroso público, y la presencia de amigos, alumnos, discípulos y familiares del profesor.

Su discurso, titulado ‘Evolución, domesticación y diferenciación racial del caballo en la Península Ibérica’, llevó a cabo un interesante recorrido por el origen y a historia del caballo de forma general, con una exhaustiva y actualizada revisión sobre el tema, fundamentada en las aportaciones realizadas por la genómica, tanto de muestras actuales de caballos como de restos de yacimientos arqueológicos.

En la introducción expuso que “el registro fósil de los equipos nos habla de un pasado prehistórico en el que existió una gran diversidad de formas primitivas, precursoras del caballo actual, caracterizadas por una muy dinámica evolución acompañada de varias ondas de radiaciones y extinciones, migraciones continentales y adaptaciones a paleoambientes regionales y locales”.

De esta manera, añadió, el caballo actual es “resultado de 55 millones de años de evolución”, que implicó a un elevado número de géneros, de los que solo se ha conservado uno: el ‘Equus’.

EL IMPACTO DE LA DOMESTICACIÓN

“La domesticación del caballo hace 5.500 años, -explicó el académico-, supuso un impacto sobre la historia de la humanidad superior al de cualquier otra especie animal, al incrementar la movilidad y velocidad de transporte de las sociedades primitivas y, por tanto, el comercio terrestre de larga distancia y la difusión de las diferentes culturas, amén de otras utilidades, como su uso en las contiendas bélicas, alimentos, etcétera”.

La ponencia dedicó también atención a la introducción del caballo en América, proceso en el que España tuvo un papel eminente en el marco del descubrimiento y colonización. Carlos Gonzalo Abascal comentó diferentes fuentes documentales sobre los viajes de Colón, y relató que en el primero, “existe constancia escrita del transporte de 10 yeguas y 10 caballos enteros pertenecientes a la Santa Hermandad, con el fin de dar protección a este primer contingente expedicionario”.

Más adelante indicó que entre 1514 y 1538, “se llevaron caballos Panamá, México, Brasil, Perú, Argentina y Florida, y en 1553 había al menos 10.000 caballos en México, que se extendieron después por toda América y particularmente en USA, país donde existen actualmente diferentes registros del caballo colonial español”. Todo lo anterior justifica el “alto grado de conservación de la variabilidad original genética de las razas ibéricas en el conjunto de la población criolla americana”.

LAS HISTORIAS ENTRELAZADAS DE HOMBRE Y CABALLO

La intervención finalizó destacando la manera en que se entrelaza las historias del hombre y del caballo, cuyo conocimiento “resulta crucial para conocer los cambios culturales acontecidos en el desarrollo de las sucesivas civilizaciones, a la vez que abre la puerta a un apasionante área de estudio multidisciplinar, que se configura como un verdadero puente de conexión entre las ciencias biológicas y las humanidades”.

En las palabras de ‘Laudatio y contestación’, que corrieron a cargo del académico Vicente González Eguren, afirmó que el discurso de Carlos Gonzalo Abascal sobre la evolución, domesticación y diferenciación racial del caballo en la Península Ibérica, “constituye una contribución excepcional a nuestro entendimiento de esta especie”.

González Eguren concluyó su intervención señalando que el enfoque pluridisciplinar, que integra genética, arqueología y bioinformática, “no solo reformula nuestras teorías tradicionales, mucho más complejas de lo que se pensaba, sino que también abre nuevas áreas de estudio, esperando que este trabajo inspire a otros investigadores a seguir explorando y descubriendo los muchos secretos que aún guarda la historia del caballo”.