El magma de agua y barro / que nos dio la vida, / tiene el poder de quitárnosla, / y cuando menos lo esperamos, / se cobra su tributo insaciable. / A veces, sus brazos de oxígeno / y doble hidrógeno, / arrastran la vida y la llevan a la nada. / Y… tus calcetines, han quedado / tendidos en la terraza. / En la terraza de la casa, que sigue en pie, / pero sin tripas y sin alma. / Todo está hecho migas, / en una sopa mortal de vidas, / enseres, restos de todo, / restos de nada, restos. / ¿Cuántos pulmones ya son eco / de una respiración parada? / No puedo dormir, hay una congoja / cubierta de vacío que se me agarra / a los pulmones, a tus pulmones / que ya no respiran. / No me mires con tus ya no ojos, / ni me acaricies con tus manos / clavadas en el agua. / ¿Por qué no me llevaste en tu lomo / de amor? Ya no quiero ser, / ojalá me invada el moho / que ahora te está respirando. / ¿Dónde escondo este miedo, / esta impotencia que ha traído el barro? / Tengo que seguir, por ella, / por nuestra preciosa pequeña. / Tendré que nadar contra esta corriente / con la que me quiero confundir / para llegar a ti. Aún no sé / en qué línea del destino / venía escrita esta herida mortal. / Y… lloro por tus calcetines / horrorizados en la terraza. / Los abrazo como si fueran tú, / te los pongo mentalmente, / tendrán tanto frío tus pies cubiertos de barro… / Las hojas muertas de los días / cubrirán para siempre de humedad / la sima por donde se han ido los sueños, / por donde se han fugado contigo / las últimas compras, y las primeras. / El barro por donde conducías sin llegar a casa, / ha asomado a las ventanas de nuestro hogar. / Los brazos del agua se han empeñado / en abrir a la canal el viento del bien, / ahora las cosas y las casas huelen a rotura. / Rotura del alma por la que se van las ganas. / Y… hablo de ausencia con tus calcetines / llenos de vacío, de nada. / ¿Con quién hablas mamá? / Pregunta nuestra pequeña asustada. / Y… murmuro comiéndome tu no existencia: / le contaba a papá que estamos juntas / y que abuela nos acompaña. / Estamos varados en el caos, / abrazando a nuestros pequeños / que, como nosotros, no asimilan este horror. / Hay que intentarlo, seguir buscando, / mi madre, me lo han contado, / quedó abrazada a la copa de un árbol / y ese árbol, la ha aguantado, / ha sujetado su cuerpo a las ramas / sin doblegarse ante la ferocidad del agua. / Gracias a él, estamos las tres juntas, / así repartiremos este temblor que no cesa, / esta medusa de agua dulce / que nos abrasa el corazón. / Y… lloro, sigo llorando por tus calcetines / llenos de vacío, de agua, de nada.
Lamiguería: Hoy la miguería solo puede estar del lado de todos y todas las damnificadas por la apocalíptica DANA que ha venido a demostrarnos lo insignificantes que somos.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo