Se han ido los días, como aves / que emigran buscando calor. / Se están yendo los días, como pompas / que se rompen sin saber de su frágil presente. / Seguirán yéndose los días, como hojas secas / que se alfombran en la calma / de la tierra dormida por el invierno. / Y esta existencia se hará hoja, / cúmulo de presentes pasados, / montonera de sueños futuros, / que no llegarán a ningún puerto. / Y… ya estoy aquí, he llegado al vértice / que separa las cosas hechas y las por hacer, / me voy dando cuenta / de que pasar sin hacer daño, / sin apenas rozar el espacio que se habita, / es la mejor forma de ser infinito. / Esta existencia se hará grano de arena / en una galaxia que habite en la eternidad. / O, quizá esta existencia solo sea, / un espejismo de la nada, una ilusión, / una realidad, de la que nada quedará. / Si, seguramente, nada quedará, / solo hay que echar la vista / al globo terráqueo, o al espacio, / se están llenando de basura de guerras, / de basura de egos, de muertes inocentes. / de lluvias de hambre,  /de lágrimas que desbordan océanos. / Y… ¿Para qué? “Memento mori”. / Si, vamos, voy a morir, / la muerte comienza cuando comienza la vida, / desde el inicio, la vida es muerte. / Vivir y dejar vivir, es la mejor manera de latir. / Se me han ido los días como aves, / como pompas, como pétalos de tiempo / como vuelos garabateados en el sentir. / Llegada a este punto, me gustaría, / me gustaría de aquí en adelante: / que los telediarios fueran cuentos sin ogros, / que los teléfonos móviles / fuesen resilientes, / que los mares no fueran osarios, / que todo el aire fuera respirable, / que la competencia se convirtiera en convivencia, / que la muerte, las muertes fueran dignas, / que la vida se derritiera solamente por amor. /  Pero… ya estoy aquí, en el poyo de la vida, / descansando de los días acumulados, /  intentando sacarle a la existencia / alimento para la calma y pidiéndole / que me ayude a entenderme, / a entender la música que trae el último latido. / Que me ayude a irme / con el ritmo  del silencio y cero sufrimiento.

Lamiguería: El poema anterior, quiere ser una especie de radiografía del pasado, porque sin darme cuenta, ya estoy en la tierra del no retorno, ya estoy restando y en vías de pasar a ser abono, de devolverle a la vida los días prestados. Hoy es uno de esos días en los que estoy más proclive a pensar que la humanidad ha evolucionado muy poco, y es una pena, ya que tenemos más información que nunca. En un mundo donde las imágenes nos llegan, casi antes que el tiempo real, con todo y con eso, no logramos esquivar el impacto que el ego humano descarga en contra de todo bicho viviente. Por eso bien morir, debería ser una asignatura para toda la vida. Si, aprender a morir desde que tenemos uso de razón,  porque eso es lo que estamos haciendo desde que nacemos, muriendo.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo