Cerró la puerta de su casa con angustia, iba de compras y en el monedero solamente llevaba calderilla. Tenía que volver a pedirle a la tendera que le fiara, seguramente mañana pagarían a su marido lo que le debían. En la tienda había varias personas esperando para comprar, así que no entró. Dio una vuelta a la manzana esperando la ocasión de poder acceder al comercio cuando no hubiera nadie. Pero no hubo suerte, siempre que pasaba delante de la tienda, había clientes. Ya en casa, recorrió los estantes vacíos de la despensa y solo encontró un pequeño trozo de queso que había sobrado del día anterior. Hoy otra vez a dieta, se dijo. En la mesa un mantel de cuadros asustados por el desierto que habitaba encima de ellos, daba cobijo a dos vasos de agua y dos trozos de pan acompañados de dos pequeños trozos de queso.
-Tenemos que plantearnos ir al comedor social, hoy tampoco me han pagado lo que me debían y lo peor de todo es que no hay trabajo.
-Bueno, no todo van a ser malas noticias, he encontrado trabajo por horas en dos casas. Puede que así podamos subsistir hasta que consigas algún empleo.
Se miraron y se tomaron de las manos. Cómo les había cambiado la vida en poco tiempo. Al menos se tenían uno al otro, aunque sus manos se hubieran quedado huecas y vacías. En las manos de los que no tienen trabajo, se mueren los sueños, crece la mala hierba de la desesperación, son manos sin motivos, manos tristes y áridas, manos sin ilusión. Las manos, al igual que las horas, se mueren sin la rutina del trabajo. Se vuelven ácidas sin poder ganarse el alimento.
Igual la sociedad debemos plantearnos un horario laboral de menos horas, para que sea más equitativo el reparto. Igual los trabajos tienen que tender a ser de seis horas en vez de ocho, para que tengan cabida muchas más personas, siempre claro está, que dichos trabajos tengan una remuneración equitativa y justa.
Mordida existencial: Debemos tener mucha empatía y luchar para que todas las personas que han perdido su puesto laboral, lleguen a ser recolocadas y puedan reanudar sus vidas con dignidad. También los gobiernos deben buscar la manera de favorecer al trabajador, no dando tantas y lucrativas ventajas a los grandes empresarios. Y no debemos olvidar, que mañana, cualquiera de los que aún tenemos trabajo, podemos tener vacías nuestras manos y sufrir en carne propia la depresión y la impotencia del que ha perdido su puesto en el mercado laboral.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.