Al final de los tiempos.

Audio del Programa:Episodio 2, Llamando a la Tierra

UFOX

 

Al principio era el silencio, la nada lo llenaba todo, no había luz ni sombras, con el tiempo nació la historia del Universo, en el primer instante surgió la cornucopia de información, luces, sombras, estertores de parto cósmico… 

Con los primeros ecos el espacio sideral se llenó de información, se extendió lentamente un murmullo, que viene a recordarnos el canto materno durante esa primera siesta en la infancia de la existencia universal.

Órbitas y cuerpos celestes cruzaron fugazmente el vacío infinito, y con el fin del baile de parejas, unas estrellas y unos planetas dieron fruto matrimonial, hijos e hijas del cosmos, la vida. 

Con el fin del festejo solo quedaron los hijos de los hijos escuchando un eco que aún resuena en la sala cósmica, buscando la señal de quienes fueran los primeros padres, de quienes fueran los primos o hermanos, buscando no estar solos tras una gran fiesta improvisada.

Después de milenios somos hoy, los humanos, una especie que ya no mira al cielo, sino que lo escucha, quizás de forma temprana, quizás de forma tardía, pero estamos conociendo nuestro lugar en el Universo y buscamos una referencia en otra especie inteligente, buscamos el baremo con el que compararnos.

Nuestros primeros contactos con el universo exterior fueron los dioses, primeras reminiscencias de posibles visitas, y solo en los últimos doscientos años hemos empezado a considerar las visitas alienígenas como fruto de un evento natural y no mágico. 

Con el desarrollo de la tecnología hemos aprendido a conquistar los cielos de nuestro orbe y poco a poco los cielos más alejados donde antiguamente ubicábamos las estrellas como adorno de un teatro improvisado. Y en esa conquista del reino de los dioses hemos visto que, si dios existe, está mucho más alto y lejos, y que donde ubicábamos a Dios ahora están nuestros congéneres existenciales.

A mediados del siglo XX aprendimos a escuchar el Universo, hemos aprendido que la “niebla” o ruido de fondo, es el estertor que aún resuena de aquellos primeros segundos después del “Big Bang”. 

Ahora buscamos señales sonoras que conformen patrones similares a las que nosotros mismos producimos, irregularidades con ciertas marcas de intención. Lo llamamos señales “WOW” , quizás porque todavía supondrían un gran asombro ver algo así. Algunas corporaciones como el SETI llevan décadas buscando en el espacio señales sonoras que conforme pruebas de la existencia de otras especies inteligentes.

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Recientemente salió en los medios comunicativos la noticia de que un observatorio ruso había encontrado una señal “WOW”, lo triste del suceso es que no se siguió el protocolo científico pidiendo una contratación con otros centros astronómicos del mundo, solo dos años después se ha dado a conocer el resultado, como si se tratara de un suceso digno del secretismo de la “guerra fría”.

Hoy nos tenemos que plantear no solo si la señal es real, sino algo mucho más radical, si después de tanto tiempo escuchando y supuestamente no habiendo escuchado nada, no estaremos realmente solos, y lo que ello conlleva, ¿cómo siendo tan grande el Universo podríamos estar solos? ¿Si la estadística en las señales sonoras nos lleva a encontrar indicios de inteligencia cuando se agrupan varios factores relacionados con el acto cultural, no es también un dato estadístico de alta relevancia el que entre tantos miles de millones de estrellas y planetas, solo el nuestro pudiera estar habitado?

Unos reclaman a Dios como protagonista de esta efeméride casuística, otros nos planteamos una posible realidad virtual en la que somos el objeto creado y el resto un mero decorado, otros siguen esperando encontrar la excepción que haga saltar los moldes culturales.

Encontrarnos con el eco de una civilización ajena a la nuestra supondría un gran paso para la humanidad porque ya no podríamos seguir mirando a nuestros dioses como si fuéramos el fruto de una predilección, sino como un fruto más. Nos pondría en una tesitura de competencia evolutiva en la que tendríamos que intentar estar a la altura de otras civilizaciones que nos podrían conquistar o como mínimo humillar. Se han hecho cábalas sobre posibles esquemas de civilizaciones de diferentes tipos, en los que desde nuestra perspectiva todo se cifra en la obtención de energía, poniendo en el nivel más alto las culturas que son capaces de obtener energía de sus estrellas, con objetos teóricos como la “esfera de Dyson” capaz de absorber la energía del Sol de su sistema. 

No solo se buscan señales WOW, también estos objetos teóricos han dado lugar a investigaciones sobre los tránsitos planetarios delante de las estrellas buscando posibles oscurecimientos estelares por encima del rango medio, y ya hemos obtenido algunos casos de difícil comprensión. 

¿Serán los ecos del universo y los parpadeos de las estrellas solo una quimera que nos hemos inventado para tener esperanza de no estar solos? O , ¿realmente estamos rodeados de inteligencia y tenemos que ponernos a la altura olvidando nuestras rivalidades familiares entre tíos rusos, hermanos americanos y primos chinos?

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