Aquella imagen le recordaba mucho a ella. Sus ojos, la nariz, el pelo. De medio rostro para arriba, aquella fotografía era una copia de su misma cara. Aquella instantánea era de su madre. Miró el contenido del sobre en donde estaba la foto y comprobó que había un folio escrito.
No se atrevía a romper el reposo de aquellas letras, pero lo cierto era que ahora que había muerto su padre, lo debería de leer, o no. Pero al fin se decidió.
“Querido Juan, parece que esto se está poniendo feo, como ambos sabemos, mi enfermedad avanza, cada vez me ayudan menos las trasfusiones de sangre, que era, en principio, el tratamiento que mejor me iba. No hay que dramatizar, desde que nacemos ya estamos muriendo, aunque no queramos vivir sabiéndolo. Sé, porque la energía se me está evaporando, que esto va a durar poco ya. Por eso quiero que sepas que le doy gracias a la vida por haberme puesto a ti como compañero, ha sido precioso todo lo que hemos construido juntos, el tener a nuestra pequeña ha sido nuestro mejor regalo. Serás el padre y a la vez madre mejor del mundo, y la vida te lo compensará. No debes sufrir mucho por mi, aunque al principio cueste, debes centrarte en todo lo bueno que hemos creado juntos, la fuerza que nos une, te servirá para encaminar el dolor y retomar la vida de una nueva manera. Quiero darte las gracias, amarte ha sido lo mejor de la vida. Cuídate y procura que tu luz te guíe como hasta ahora. Os amo”
Si, papá le había contado algo parecido, pero nunca le había dicho lo de aquella carta, allí guardada con la instantánea de su madre, en un cajón de la mesita dentro del calor de un par de calcetines. Qué buena pareja hacían. Una pena que su madre se fuera tan joven, pero él, había sido la mejor persona del mundo y qué casualidad que fuera a morir por la misma enfermedad que su esposa. La sangre. La sangre nos da la vida y también nos la quita, pensó allí sentada y un poco alelada por el descubrimiento.
La vida nos da y nos quita, nos trae y nos lleva. Y en la vida está la sangre, tan válida como el aire que respiramos. Sin ella, no hay nada que contar, se cierra el ciclo que cada cual venimos a recorrer, por eso donar sangre es alargar la vida infinitamente, es darle a los que la necesitan, la posibilidad de que sigan usando sus buenas energías en el propio ciclo de la existencia.
Regüeldo: Si aún no eres donante, acércate y dona, de lo contrario, cualquier día, antes de que lo pienses, necesitarás el líquido sagrado y, si todos hubieran hecho como tú, no tendrías sangre para salvar tu propio caudal. Casi todos, en algún momento de nuestro periplo vital, vamos a necesitar por malas o por peores, del oro rojo para seguir latiendo, por eso: Hazte donante de sangre, la vida te lo compensa.
Todas estas palabras, vienen a cuento, ya que el pasado jueves, en Veguellina de Órbigo, tuvimos la visita de la Hermandad de Donantes de Sangre de León, y es que en Veguellina de Órbigo, aparte de buena, se recoge mucha sangre. Veguellina de Órbigo es una población muy solidaria. Ya sabes: “Hazte donante de sangre, la vida te lo compensa”.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.