Bebió agua del vaso que le tendió Ahmad. Respiró profundamente y se quedó prendida en el hilo que tira del corazón. Al otro lado del hilo, había quedado agarrada su hermana.
¿Quieres contarnos qué ha sucedido en tu interior Hala? Dijo Julia mientras estrechaba las manos de su vecina entre las suyas.
Estaban todos en la mesa, expectantes, observando a Hala, esperando que de su boca, saliera con energía la voz, que tanto les animaba, que tanta alma les mostraba. Mazem la miraba con los ojos empañados, no podría soportar perderla. Samir y Ghada, se acurrucaban detrás de sus hombros y Ahmad junto a Kaled, la sonreían dispuestos a insuflarle todo su cariño.
Volvió a beber agua y comenzó a relatar:
Cuando tomé el brazo de Yulia, para impedir que se fuera, me traspasó la enorme energía que irradiaba mi hermana, entonces mi corazón voló hasta nuestra ciudad. Y una extensa nube de polvo y humo, se adueñó de mis entrañas. Su recuerdo me produjo un escalofrío que rompió la calma. Es como si una fuerza invisible me hubiese comunicado que mi hermana estaba pasándolo muy mal.
Bueno esposa, no te castigues. Es cierto que no sabemos nada de los nuestros y que la situación ha empeorado desde que salimos de allí, pero tu hermana posee gran fuerza e inteligencia. Sabrá cuidarse.
Se me ocurre que podemos jugar a las “palabras cortadas” y así vendrán a tu corazón recuerdos de cuando erais pequeñas. Comentó Khaled.
Siempre estuvimos muy unidas. Recuerdo lo hábil que era con el lápiz. Se sacaba sus propinas, haciendo retratos en el zoco. Pero sólo lo sabía yo, en casa no decía nada. Con el dinero que sacaba, se compraba libros, que ambas devorábamos. Hasta que una tarde, en la que nuestra madre, se acercó al zoco a comprar, y yo, que era la encargada de la vigilancia, estaba un poco alelada, lo reconozco, mirando a vuestro padre (ambos se miraron y sonrieron agradeciendo a la vida el poder haberse unido), no me percaté de la presencia de ella delante de mí:
¿Se puede saber que pintas aquí plantada? Acto seguido se dirigió hacia le lugar donde mi hermana estaba retratando a la hija de un mercader. Nuestra madre se quedó boquiabierta al ver el realismo del retrato. No fue capaz a reprendernos, eso sí, desde entonces nos obligaba a leerle en voz alta, los libros que mi hermana compraba, ella no sabía leer y se apasionó por los libros. ¡Qué guisos le salían mientras nos escuchaba!
Mordida existencial: Hoy 23 de abril, día de la muerte de Cervantes es el día del libro. ¡Cuántos disgustos nos ahorraríamos si en vez de echar por nuestras boquitas vahos emponzoñados, nos introdujésemos en el río de palabras que van a dar a la mar del libro. ¿Quién disparataría, si tuviese entre sus manos un libro? ¡Feliz lectura! ¡Felicidades a todas las bibliotecarias y bibliotecarios del mundo, guardianes de los tesoros más valiosos! ¡Un abrazo a nuestra querida bibliotecaria Helena García Fraile!
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.