Un meteorito que cayó a la Tierra en 2008 procedía de un embrión planetario desaparecido
Un equipo de científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) ha descubierto que los pequeños diamantes que se encuentran dentro de un meteorito que cayó a la Tierra en 2008 muestran signos de origen en un planeta perdido, de un tamaño similar a Mercurio o Marte; un planeta que se remonta a los primeros días de nuestro sistema solar. Este sorprendente hallazgo podría ayudarnos a resolver una de las preguntas más duraderas de la astronomía, la de la formación de planetas.
El meteorito tenía un diámetro de cuatro metros y tras su explosión en la atmósfera, proyectó muchos fragmentos sobre la superficie del desierto, recuperándose finalmente unos 50 de un tamaño entre 1 centímetro y 10 centímetros. Según los investigadores, los nanodiamantes del asteroide llamado Almahata Sitta, que cayó en el desierto de Nubia en octubre de 2008, se formaron a altas presiones consistentes con los primeros protoplanetas del sistema solar.
El inicio
Todo comienza con granos de polvo en el disco protoplanetario alrededor de una estrella joven. Gracias a las fuerzas electrostáticas, estos granos comienzan a pegarse los unos a los otros. Si suficientes partículas de polvo se acumulan gradualmente para formar aglomeraciones más grandes, y una cantidad suficiente de esos cúmulos colisionan y se fusionan, todo el cuerpo colapsará gravitacionalmente en un cuerpo más sólido de entre 1 y 10 kilómetros de tamaño, un planetesimal.
La mayoría de los planetesimales mantienen ese tamaño. Pero algunos, con la ayuda de su campo magnético y órbitas excéntricas, colisionan y se unen, a menudo a gran velocidad, formando objetos más grandes entre el tamaño de la Luna y el tamaño de Marte, con un núcleo fundido. Es lo que llamamos protoplanetas, los «embriones» de los planetas, y el sistema solar primitivo tenía cientos de ellos.
Con el tiempo, colisionaron repetidamente entre sí, fusionándose en masas cada vez más grandes hasta que formaron los planetas que conocemos hoy día. Según los astrónomos, los asteroides que aún flotan alrededor del sistema solar, son los restos de aquellos días, de las repetidas colisiones que arrojaron material al espacio. El caso del Almahata Sitta es particularmente curioso: era la primera vez que se recuperaba material de un asteroide que había sido rastreado desde el espacio y durante su colisión con la Tierra. También resultó ser un tipo raro de meteorito pobre en calcio que contiene grupos de diamantes de tamaño nanométrico: ureilitos.
Utilizando un microscopio electrónico de transmisión, que emplea un haz de electrones para visualizar un objeto de tres dimensiones, los expertos examinaron los diamantes más grandes, de un diámetro de 100 micrómetros (que no podrían haberse formado en un evento de impacto debido a la breve duración de dicho evento) y descubrieron que el asteroide del que se desprendieron procedía del embrión de un planeta de un tamaño situado entre los de Mercurio y Marte.
A medida que se forman los diamantes, a menudo atrapan los minerales presentes en su entorno de formación. Con este mismo método descubrieron que los diamantes tenían cromita, fosfato y sulfuro de hierro y níquel con composiciones y morfologías que solo podrían haber ocurrido bajo una presión mayor a 20 gigapascales, casi 200.000 veces más que la presión atmosférica a nivel del mar (en la Tierra los diamantes se forman a 4,5 gigapascales). Se trata de la primera vez que se observan en un cuerpo extraterrestre, exponen los autores en la revista Nature.
«Aunque esta es la primera evidencia convincente para un cuerpo tan grande que ha desaparecido desde entonces, su existencia en el sistema solar temprano ha sido predicha por modelos de formación planetaria. Los cuerpos del tamaño de Marte eran comunes, y se acrecentaron para formar planetas más grandes, o colisionaron con el Sol o fueron expulsados del sistema solar. Este estudio proporciona evidencia convincente de que el cuerpo parental de ureilita era un gran planeta perdido antes de ser destruido por colisiones», aclaran los científicos.
Fuente: muyinteresante.es / Sarah Romero