Los ópticos optometristas de León alertan de los síntomas que pueden esconder un problema visual, como dolor de cabeza, escozor en los ojos o acercarse demasiado para leer, usar la tableta o ver la TV

Uno de cada cuatro escolares padece defectos visuales, como miopía, ojo vago o hipermetropía, que pueden afectar a su rendimiento académico si no se detectan y se corrigen a tiempo

Los padres afrontan ya los últimos preparativos para la vuelta al cole: mochilas, uniformes, libros de texto y, sobre todo, un cambio de rutina para iniciar el ilusionante camino hacia el aprendizaje. En este contexto, y teniendo en cuenta que el ochenta por ciento de la información llega a través de los ojos, el Colegio de Ópticos Optometristas de Castilla y León (COOCYL) recuerda la importancia de incluir la revisión ocular de los escolares en este proceso de preparación para el retorno a las clases.

Aproximadamente, el 25 por ciento de los niños en edad escolar padece problemas visuales, como miopía, ojo vago y astigmatismo, responsables, además, de al menos un tercio de los casos de fracaso escolar, por lo que el comienzo del curso es el momento ideal para reconocerlos, especialmente cuando los niños ocupan su lugar en el aula y algunos se dan cuenta de que no ven bien la pizarra o la pantalla.

«A lo largo del día, los escolares someten su visión a un elevado número de tareas como leer, hacer deporte, jugar con videojuegos… haciendo que sus ojos trabajen a pleno rendimiento. Esta premisa adquiere una mayor importancia con la llegada del nuevo curso», tal y como señala la secretaria general de COOCYL, Ana Belén Cisneros, quien considera esencial que su visión sea perfecta y es imprescindible que a todos los niños en edad escolar se les realice un examen visual completo por parte de profesionales de la salud visual.

«La vuelta al cole puede llevar implícita la aparición de un serie de síntomas oculares, tales como dolor de cabeza, escozor y/o dolor ocular o malos hábitos, como acercar demasiado los ojos al libro de texto, a las tabletas o a la pantalla del ordenador, indicadores de dificultades visuales en el niño que deberían ser tratadas de inmediato por un óptico optometrista. En caso contrario podrían traducirse en malos resultados académicos o en falta de atención del alumno en clase», añade Ana Belén Cisneros.

Además, cuando un defecto visual no se detecta ni se trata a tiempo, el cerebro de los más pequeños se va acostumbrando a esa deficiencia, lo que contribuye a que pase desapercibida.

Sin embargo, a pesar de la importancia que tiene la visión, sólo uno de cada cuatro niños españoles en edad escolar se revisa la visión al menos una vez al año.

Ante esta realidad, la secretaria general de COOCYL explica que «tanto las anomalías visuales refractivas (miopía, hipermetropía o astigmatismo) como los problemas de visión binocular (insuficiencia en la acomodación, en la convergencia o movimiento oculares ineficaces) no son enfermedades, sino deficiencias funcionales en la visión. Por ello cobra especial importancia la detección temprana y la consiguiente puesta en marcha de un tratamiento adecuado, ya sean gafas o lentes de contacto, para corregir el error refractivo o terapia visual, y mejorar las habilidades y el rendimiento visual de los alumnos».

Al menos una vez al año

Así, durante la etapa escolar, los ópticos optometristas de Castilla y León insisten en la necesidad de pasar exámenes visuales específicos con una periodicidad al menos anual, «siendo recomendable al comienzo de cada curso y durante las épocas de mayor actividad para conseguir el máximo desarrollo de sus capacidades visuales y su máxima adaptación a las exigencias del aprendizaje», añade Ana Belén Cisneros.

En su consulta, el óptico-optometrista no solo se limitará a comprobar la agudeza visual, sino que además evaluará otros aspectos como la salud ocular o la habilidad para seguir las líneas sin perderse, cambiar el enfoque con comodidad o utilizar los dos ojos de manera coordinada durante largos periodos de tiempo. En caso de que alguna de las destrezas visuales no estén suficientemente desarrolladas, el sistema visual del niño tratará de compensarlas, lo que provocará síntomas como dolores de cabeza o fatiga ocular.

Se recomienda que el primer examen ocular se produzca a los seis meses de edad. A menos que se detecten otros problemas, el siguiente examen debe ser a los tres años, de nuevo antes de comenzar en el colegio y, después, anualmente. Dado que muchos problemas visuales se vuelven menos tratables a medida que pasa el tiempo, cuanto antes se descubran, mayores son las probabilidades de conseguir buenos resultados.  

De todos modos, «algunos síntomas pueden indicarnos a padres y a educadores la necesidad de un examen visual en el niño», como explica la secretaria general de COOCYL:

– Parpadeo y/o lagrimeo excesivo y frotamiento frecuentes de los ojos.

– Se tapa o guiña un ojo ocasionalmente para poder ver mejor con el otro.

– Se acerca mucho al leer, al usar la tableta, el ordenador o ver la televisión.

– Tiene déficit de atención y concentración, o bajo rendimiento escolar.

– Se queja de problemas para ver bien lo que se escribe o lo que se proyecta en la pizarra.

– Cuando realiza actividades de cerca ve doble o borroso ocasionalmente.

– Al leer sigue el texto con el dedo, frunce el ceño o parpadea en exceso.

– Tiene dolores de cabeza frontales o mareos por la tarde o después de realizar una tarea de cerca.

– Tropieza con facilidad, no calcula bien las distancias, consecuencia de la deficiencia en la sensación de profundidad.

«Una visita al óptico optometrista nos garantizará que nuestro hijo tenga su visión puesta a punto para realizar el mejor trabajo posible en el colegio, leyendo sin dificultades, comprendiendo lo que lee y reteniendo la información que ha leído», concluye Ana Belén Cisneros.