El español se impone al sprint ante Bardet y Woods en la meta de Innsbruck. Recibió entre lágrimas su séptima medalla en un mundial, primera de oro.
Alejandro Valverde cumplió este domingo el gran sueño de su carrera. Con 38 años, el ciclista murciano se ha impuesto en la prueba de ruta de los campeonatos del mundo de ciclismo, que se ha disputado este domingo en Innsbruck (Austria).
Valverde era ya el ciclista con más medallas en la historia de esta prueba, con dos platas (2003, 2005) y cuatro bronces (2006, 2012, 2013 y 2014). A la séptima llegó la de oro. La plata ha sido para Romain Bardet (Francia) y el bronce para Michael Woods (Canadá). El cuarto puesto fue para Tom Dumoulin (Países Bajos), el último hombre del grupo que se disputó el título.
«Es increíble», dijo llorando en sus primeras declaraciones, en las que dio gracias a sus compañeros y al seleccionador. «He estado ahí y he podido calcular la distancia para el sprint, que ha sido muy largo. Me han dejado la responsabilidad a mí y he arrancado a 300 metros», resumió.
Valverde es el cuarto ciclista español que conquista este título, tras Abraham Olano, Igor Astaloa y Oscar Freire, que lo ganó en tres ocasiones.
Un muro decisivo
La carrera, como se esperaba, se jugó en la pared de Gramartboden, un muro de 2.800 metros al 11,5 por ciento de desnivel y rampas de hasta el 28, con la cima a unos 10 kilómetros de meta.
A su inicio llegó el danés Michael Valgren con medio minuto sobre un grupo cabecero numeroso. Pero rápidamente un ataque francés, con España parecía que un poco descolocada, dejó un sexteto por delante con tres de los suyos, Bardet, Julian Alaphilippe y Thibaut Pinot, el italiano Gianni Moscon, Woods y Valverde, que cazó a Valgren.
Fueron cediendo primero Pinot y después Alaphilipe y Moscon para dejar un trío en cabeza al pasar por la cima del puerto, en la que se empezó a mover Valverde y donde amenazaba ya Dumoulin, subiendo el terrible muro en zig-zag pero con mucha fuerza. El holandés cazó tras la bajada a 1,6 kilómetros de meta y ello le dejó sin fuerza en el sprint final.
Fuga tempranera
Si la pared de Gramartboden fue el sitio donde se jugó la carrera, la subida encargada de madurar las piernas de los corredores, y donde fueron cediendo favoritos como Simon Yates, Vincenzo Nibali o Miguel Ángel López, entre otros muchos fue la Igls, 7,9 kms. al 5,7 por ciento y tramos hasta el 10, que se tuvo que superar siete veces en los al final 258,5 kms. de recorrido.
Casi toda la prueba estuvo marcada por una fuga nada más comenzar de once corredores de equipos de segundo nivel. Los que más aguantaron fueron el danés Kasper Asgreen y el noruego Vegard Stake Laengen, que no cedieron hasta a 22,7 kms. de meta. Gente que no era peligrosa», tenía claro Mínguez.
La escapada llegó a contar con 19 minutos de ventaja y a asustar a un pelotón en el que se pusieron a trabajar la selección local, la Eslovenia de Roglic, que tuvo mala suerte con una caída que le quitó opciones, Francia y la Gran Bretaña de unos gemelos Yates a los que se les esperaba que no aparecieron.
Posteriormente, mucha actividad de Italia y Holanda, siempre subiendo Igls, y el ataque definitivo de Francia que no pudo con Valverde. En ese esprint, toda la responsabilidad fue para el español, que fue siempre por delante pasada la pancarta de un kilómetro a meta. El murciano tapó su derecha pegándose a la valla, vigiló izquierda y esperó su distancia para arrancar a 300 metros y pasar claramente por delante por la línea de llegada.
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