La mayoría de los trabajos calificados requieren capacitación formal, pero no sucede lo mismo con los gerentes.
¿Contratarías a un contable sin formación en contabilidad? ¿O a un médico que no estudió medicina?
Solemos estar de acuerdo en que la mayoría de los trabajos calificados requieren de cierta cantidad de capacitación formal.
Sin embargo, en uno de los trabajos más importantes del que depende el éxito de una empresa, con frecuencia se seleccionan personas sin capacitación. Hablamos de la gerencia.
Esa es la idea que sostiene la escritora estadounidense y creadora de la columna de consejos laborales «Pregúntale a un gerente», Alison Green.
Muchas personas son promovidas a puestos de jefe porque son buenas en otra cosa. Son buenos ingenieros o recaudadores de fondos, por lo que se les pide que administren a otros ingenieros o recaudadores de fondos.
El problema es que las habilidades que se necesitan para manejar bien a las personas a menudo son completamente diferentes del trabajo que la persona estaba haciendo anteriormente.
Entrenamiento
El gerente debe saber cómo establecer expectativas claras, cómo delegar responsabilidades y cómo controlar el trabajo a medida que avanza sin microgestionar o ser excesivamente práctico.
También debe saber cómo contratar y formar a grandes personas, cómo dar feedback, cómo tener conversaciones difíciles sobre problemas de rendimiento y otros temas complicados, cómo responsabilizar a las personas, cómo resolver conflictos…
La lista sigue y sigue.
Es un trabajo duro y no es algo natural para todo el mundo por lo que la mayoría de los jefes cometen muchos errores a medida que aprenden.
Y no es que las empresas nunca presten apoyo.
Algunos jefes son enviados a cursos de capacitación de uno o dos días, donde se supone que deben aprender lo básico.
Pero una lección aislada no hace a un experto. Esta no debería ser la totalidad del apoyo que reciben los nuevos gerentes y, sin embargo, a menudo lo es.
Otros gerentes ni siquiera reciben una clase. Simplemente se los lanza y se los deja que salgan volando solos, con poca orientación o apoyo desde arriba.
Jefes terribles
No es de extrañar, entonces, que haya muchos gerentes terribles por ahí, por ejemplo:
Los jefes que designan una tarea sin tener en claro lo que quieren y que frustran a su personal cuando lo devuelven para revisiones, sin haber presentado una visión clara en primer lugar.
Los gerentes que no abordan los problemas y dejan que las dificultades graves se infecten en sus equipos durante meses o incluso años porque quieren evitar conversaciones incómodas.
Los que tratan a los empleados como niños caprichosos.
Jefes débiles, groseros, malintencionados, tiránicos: hay muchas variedades diferentes de incompetencia gerencial.
Y, sin embargo, la calidad de los jefes tiene un impacto directo en los resultados de la empresa, como también su capacidad para atraer y retener a grandes empleados y obtener los mejores resultados mientras los tienen.
Los malos gerentes alejan a las buenas personas y evitan que los equipos logren mejores resultados.
Entonces, ¿por qué las empresas no ponen más énfasis en capacitar a los nuevos jefes sobre cómo hacer su trabajo?
Habilidad depreciada
Parte de la respuesta es que los empleadores simplemente no valoran la gerencia lo suficiente como una habilidad propia.
Ven a alguien que es bueno en su trabajo y asumen que será bueno para administrar a las personas que hacen ese tipo de trabajo también.
No aprecian lo suficiente las habilidades necesarias para hacer la transición a la gerencia.
Parte de esto, también, es tradición: si eres un jefe que no recibió mucha capacitación y tienes que resolverlo por tu cuenta, es fácil pensar que así es como funciona y que otros también pueden hacerlo.
Y otra parte de la explicación es el tiempo y el dinero.
Se necesitan recursos para capacitar a las personas para que aprendan una habilidad nueva y complicada.
Aprender a administrar no es un proceso corto y una sola clase ciertamente no dará las herramientas suficientes.
Es un proceso de aprendizaje largo y continuo y requiere el apoyo constante de gerentes más experimentados que pueden asesorar a los más nuevos cuando surjan desafíos nuevos y complicados, lo que inevitablemente sucederá.
Los empleadores harían bien en considerar la vinculación de nuevos gerentes con colegas más experimentados, pero hacer eso significa, en primer lugar, valorar la gestión como una habilidad.
Y hasta que no hagamos eso, seguro que los malos jefes continuarán floreciendo.