El Consejo de Gobierno ha aprobado una inversión de 231.061 euros para adquirir kits de diagnóstico de encefalopatías espongiformes transmisibles en las especies bovina, ovina y caprina. El material permitirá controlar a la cabaña ganadera de la Comunidad y realizar las correspondientes pruebas sanitarias a los animales, lo que posibilitará mantener y mejorar los actuales niveles de sanidad animal y garantizar que los productos ganaderos llegan en condiciones óptimas a los consumidores.
La Consejería de Agricultura y Ganadería va a adquirir 80.000 equipos para el diagnóstico post-mortem, mediante la técnica ‘Elisa’, de encefalopatías espongiformes transmisibles en los animales de las especies bovina, ovina y caprina. Este equipamiento resulta necesario para la ejecución del Programa Integral Coordinado de vigilancia y control de este tipo de enfermedades. Un programa que surgió tras la declaración oficial en España de la encefalopatía espongiforme bovina.
El muestreo se realiza en los mataderos e industrias de transformación de cadáveres y las analíticas en el Laboratorio Regional de Sanidad Animal de León. Este programa implica el muestreo del tronco encefálico y posterior análisis de unos 28.000 bovinos, ovinos y caprinos, garantizando de esta forma el estatus sanitario de los rumiantes y con ello la seguridad alimentaria al consumidor.
Desde mayo de 2016 España tiene la consideración de país con riesgo insignificante de la denominada coloquialmente como “enfermedad de las vacas locas”. Este es el máximo estatus sanitario en relación a la enfermedad y ello ha permitido la apertura de fronteras en el comercio bovino, incluida la exportación al continente americano (cerrada desde el año 2000). La primera operación de este tipo en más de 16 años fue una partida de animales reproductores de lidia que partieron de Salamanca con destino Perú.
La obtención del estatus de riesgo insignificante, implica que se ha demostrado que los controles, trazabilidad y medidas de vigilancia de la enfermedad en España son excelentes y que garantizan en todo momento que no hay casos de enfermedad en animales y por ello ofrecen la máxima garantía de seguridad alimentaria.
Sanidad animal
Los datos de la evolución de la tuberculosis bovina son favorables con descensos del 15,5 %, pasando del 1,93 % de 2015 al 1,63 % de 2017. En 2018 había cuatro provincias con menos de un 1 % de prevalencia: Burgos, León, Segovia y Zamora, una situación sanitaria que ha continuado en los últimos meses.
En brucelosis bovina, durante 2017, la Unión Europea declaró regiones oficialmente libres de esta enfermedad a las provincias de Burgos, Soria, Valladolid y Zamora. En el año 2018 no se ha detectado ninguna explotación positiva.
En cuanto a la tuberculosis caprina, Castilla y León fue la primera Comunidad Autónoma en instaurar este programa de forma sistemática y, a fecha actual, menos del 1 % de las explotaciones caprinas han tenido algún animal positivo.
En 2013, Castilla y León fue declarada libre de brucelosis ovina y caprina, siendo la primera Comunidad de las consideradas de alto censo ovino que consiguió esta distinción. Y en relación a estas especies es la única Comunidad con un programa de calificación sanitaria frente a Maedi-Visna y Agalaxia Contagiosa Ovina, enfermedades con grandes implicaciones productivas y cuyo coste de diagnóstico y control es asumido por la Consejería de Agricultura y Ganadería.
Estos resultados suponen un impulso y unas garantías sanitarias para la cabaña ganadera de Castilla y León, situándola en unos niveles muy superiores a las comunidades autónomas competidoras en cuanto a producción de carne, y ponen de manifiesto el riguroso trabajo llevado a cabo en sanidad animal por todos los agentes implicados.
La mejora progresiva en la calificación sanitaria del ganado bovino, ovino y caprino de Castilla y León implica una mayor facilidad y posibilidad de movimientos comerciales, tanto en el territorio nacional (incluyendo ferias y mercados) como a la hora de realizar exportaciones. Estas ventajas competitivas suponen no solo facilitar el movimiento de animales sino también de producciones ganaderas, fundamentalmente de carne y leche, la disminución en el número de pruebas obligatorias y el aumento de las garantías y la seguridad alimentaria.